sábado, diciembre 16, 2006


Él hacía años que acariciaba la estabilidad en todos los aspectos de su vida, disponía de una cómoda casa, un trabajo de por vida y una situación social respetada. En terrenos tan pantanosos como el amor hacía años que había olvidado unas oxidadas mariposas que dejaron de moverse en su estómago para dar paso a las zarpas del lobo del desamor.Y tras fallidos intentos por recuperarlas se limitaba sucumbir a los dictámenes de su deseo, y saciar su sed de jóvenes y dóciles cuerpos.Conservaba el atractivo de un joven aunado con la seguridad de la recién estrenada madurez, su cuerpo aún terso y poderoso resistía los envites de cualquier pueril asalto entre sábanas y sus más oscuras fantasías encontraron su lugar en las solitarias noches en casa.Detrás de su aparentemente seguridad y desilusión había un resquicio de quinceañero romántico que si lo mereciera la ocasión saldría de su condena de desesperanza e incredulidad para lanzarse de nuevo a penar tras las rejas del amor.Fue uno de los días en que fantaseaba con domas y sumisiones que la encontró, emanaba una halo de dulce malicia que le sedujo y retó a poseerla, apenas encontró resistencia por su parte, la encontró en el preciso instante en que su cuerpo había ganado la batalla del pudor a su mente.Aquella misma noche sintió el poder de desnudarla y tomarla , de acariciar sin rozar cada poro de su piel y de anotarlo en el bloc de deseo cumplidos.Ella se dejó llevar, aferrada al tono de sus palabras, fue guiada hasta la sinrazón de la lujuria, se subyugó a sus deseos y sintió el dulce placer de darse a él.Poco a poco la posible implicación y precaución a caer en ella dejó paso al deseo del desnudo y sin freno del cariño.Ella empezó a suspirar por sus susurros, a sentirse protegida por el eco de su voz y a querer sentir por dentro todo aquella dulce pasión.La imaginada frialdad que pensó que encontraría era solo una quimera, se topó con la ternura de un deseo desbocado.Anheló besar sus labios, se mojó por sus caricias, recordó todas sus noches y deseó poder tocarle.Pensó que jugaba sola ,que tan solo eran niñerías, habría muchas y más bellas que la superarían.Él quizás pudo dudar, quizás no quiso invadir el carril de sin salida pero deseó poder domarla para luego acariciarla, soñó con devorarla y terminar por abrazarla.Empezó a soñar con ella, a perderse en sus ojos, a adivinar en ellos la veneración pausada de su alma.Ella comenzó a asustarse, a sentirse arrebatada, latidos sin razocinio, pasión descontrolada, solo la calidez de sus manos calmarían su ansiedad.
Fue el susurro de un mi esclava lo que la sacó del sueño, un me encantas y ahora vuelvo sus siguientes palabras.Sudorosa, satisfecha y venerada se acurrucó en sus recuerdos

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